viernes, 24 de mayo de 2013

CANTO A LOS MINEROS DE BOLIVIA (Manuel Scorza, peruano)



Hay que vivir ausente de uno mismo,
hay que envejecer en plena infancia,
hay que llorar de rodillas delante de un cadáver
para comprender qué noche
poblaba el corazón de los mineros.
Yo fui a Bolivia en el otoño del tiempo.
 Pregunté por la Felicidad.
 No respondió nadie.
 Pregunté por la Alegría.
 No respondió nadie.
 Pregunté por el Amor.
Un ave
cayó sobre mi pecho con las alas incendiadas.
 Ardía todo en el silencio.
 En las punas hasta el silencio es de nieve.

 Comprendí que el estaño
 era
 una
 larga
 lágrima
 petrificada
 sobre el rostro espantado de Bolivia.
 ¡Nada valía el hombre!
 ¡A nadie le importaba si bajo su camisa
 existía un cuerpo, un túnel o la muerte!