El raso de las páginas de los libros que se hojean modela una
mujer tan hermosa
Que cuando no se lee se contempla esa mujer con tristeza
Sin osar hablarle sin osar decirle que es tan hermosa
Que cuanto uno está por saber no tiene precio
Esta mujer pasa imperceptiblemente entre un murmullo de
flores
A veces se da vuelta en las temporadas impresas
Para preguntar la hora o mejor quizás finge contemplar
atentamente las joyas
De un modo insólito en criaturas humanas
Y el mundo muere una ruptura se produce en los anillos de aire
Una herida a nivel del corazón
Los diarios matutinos traen cantantes cuyas voces tienen el
color de la arena en orillas tiernas y peligrosas
Y a veces los vespertinos dejan paso libre a cumplidas
muchachitas que conducen fieras encadenadas
Pero lo mejor está en el intervalo entre ciertas letras
Donde manos más blancas que el cuerno de las estrellas a
mediodía
Saquean un nido de golondrinas blancas
A fin de que llueva para siempre
Tan bajo tan bajo que las alas no puedan entremezclarse
Manos por las que asciende hasta brazos tan leves que el
vapor de los prados en sus graciosas volutas sobre las
charcas es su espejo imperfecto
Brazos que sólo se articulan al peligro excepcional de un cuerpo
creado para el amor
Cuyo vientre llama a los suspiros desprendidos de las zarzas
llenas de velos
Y que sólo tiene de terrestre la inmensa verdad helada de los
trineos de miradas sobre la extensión absolutamente blanca
De lo que no veré más
A causa de una venda maravillosa
Que es la mía en el juego al gallo ciego de las heridas.
martes, 18 de noviembre de 2008
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