Espíritu sin nombre, indefinible esencia, yo vivo con la vida sin formas de la idea.
Yo nado en el vacío del sol tiemblo en la hoguera palpito entre las sombras y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro de la lejana estrella, yo soy de la alta luna la luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube que en el ocaso ondea; yo soy del astro errante la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbre, soy fuego en las arenas, azul onda en los mares y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota, perfume en la violeta, fugas llama en las tumbas y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente, y silbo en la centella y ciego en el relámpago y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores susurro en la alta hierba, suspiro en la onda pura y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo con los átomos del el humo que se eleva y al cielo lento sube en espiral inmensa.
Yo en los dorados hilos que los insectos cuelgan me mezclo entre los árboles en la ardorosa siesta.
Yo corro tras las ninfas que en la corriente fresca del cristalino arrollo desnudas juguetean.
Yo en bosque de corales, que alfombran blancas perlas, persigo en el océano las náyades ligeras.
Yo, en las cavernas cóncavas, do el sol nunca penetra, mezclándome a los nomos contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos las ya borradas huellas, y sé de esos imperios de que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo los mundos que voltean, y mi pupila abarca la creación entera.
Yo sé de esas regiones a do rumor no llega, y donde los informes astros de vida y soplo esperan.
Yo soy sobre el abismo el puente que atraviesa; yo soy la ignota escala que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible anillo que sujeta el mundo de la forma al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy el espíritu, desconocida esencia, perfume misterioso de que es vaso el poeta. | |
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