La Luna ignora que es tranquila y clara
Y ni siquiera sabe que es la Luna
La arena, que es la arena. No habrá una
Cosa que sepa que su forma es rara.
Las piezas de marfil son tan ajenas
Al abstracto ajedrez como la mano
Que las rige. Quizá el destino humano
De breves dichas y de largas penas
Es instrumento de otro. Lo ignoramos;
Darle nombbre de Dios no nos ayuda.
Vanos también son el temor, la duda
Y la trunca plegaria que iniciamos.
¿Qué arco habrá arrojado esta saeta
que soy? ¿Qué cumbre puede ser la meta?
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1 comentario:
Buenas,la demora es parte del laberinto. Llegué a este poema unas pequeñas horas atras. El tiempo no sabe que es tiempo y por eso no se ofrece a nadie, solo es.
Salud!
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